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20 de febrero de 2013

Para bien o para mal : La televisión sí influye en nuestros hijos

Dos recientes estudios sugieren que la televisión ejerce una profunda influencia en nuestros hijos.

Efectivamente dos investigaciones cientificas, una en Estados Unidos y otra de Nueva Zelanda, echan más leña al fuego en relación a las quejas, que vienen de lejos, de que ver la televisión, sobre todo escenas violentas, puede ser perjudicial para los niños.

Cada estudio ofrece un punto de vista diferente sobre el efecto de la televisión en los niños. Por ejemplo:

El estudio realizado en Nueva Zelanda, contó con un grupo de niños entre los que, al crecer, se produjo un gran número de casos de condenas por causa criminal y hallaron que los que habían visto durante más tiempo la televisión fueron los que tuvieron más problemas.

En el caso del estudio estadounidense, informó que los niños en edad preescolar a los que aleatoriamente se les pidió que vieran programas educativos y "prosociales", aparentemente tuvieron una mejor conducta conforme pasó el tiempo que los niños que vieron la programación normal.

"No se trata solo de las malas conductas que adoptan al ver la televisión. También pueden adoptar buenas conductas", afirmó el autor del estudio de EE. UU., el Dr. Dimitri Christakis, director del Centro de Salud, Conducta y Desarrollo Infantiles del Instituto de Investigación Pediátrica de Seattle.

Por varias razones, los investigadores tuvieron dificultades para comprender si la televisión es realmente perjudicial para los niños. Si los niños ven muchos contenidos violentos en la televisión y luego se portan mal o se vuelven violentos, podría deberse a que se sienten atraídos de forma natural a ese tipo de programación y no a que estén directamente influidos por ella, afirmaron los expertos. O puede que fuera otra cosa, como la crianza recibida o la genética, lo que podría servir para explicarlo.

El estudio de Nueva Zelanda realizó un seguimiento a 1,037 niños hasta la edad adulta (26 años de edad) para ver cómo les había ido. Nacieron entre 1972 y 1973 en Dunedin en South Island, Nueva Zelanda.

Los investigadores hallaron que aquellos que vieron la televisión durante más tiempo cuando tenían entre 5 y 15 años de edad, al crecer tuvieron una probabilidad mayor de ser condenados por causa criminal o de tener un trastorno antisocial de la personalidad. El estudio no prueba de forma definitiva que ver la televisión fuera la causa de la conducta criminal o agresiva, pero los investigadores hallaron que otros factores (entre los que se incluyeron los niveles de pobreza y el coeficiente intelectual) no influyeron.

"Los hallazgos respaldan muchos otros trabajos de investigación que indican que ver mucho la televisión en la infancia puede conducir a conductas antisociales problemáticas más adelante", afirmó el coautor del estudio, el Dr. Bob Hancox, profesor asociado en el departamento de medicina preventiva y social en la Universidad de Otago en Dunedin.

El estudio no es habitual porque el 27 por ciento de los chicos fueron condenados por causa criminal para cuando tenían 26 años, y un notable 19 por ciento de ellos lo fueron por un crimen con violencia. Sin embargo, Hancox afirmó que los investigadores no pensaban que esas cifras fueran especialmente altas.

Los autores del estudio no saben si el contenido televisivo que vieron los niños fue especialmente violento; solo había dos canales en el país en aquel momento, y muchos programas eran de otros países, comentó Hancox. "No podemos afirmar a partir de nuestro estudio si lo más importante es el contenido violento o simplemente el hecho de ver la televisión", añadió.

En el estudio de EE. UU., los investigadores de Seattle analizaron lo que pasó con 565 niños de 3 a 5 años de edad a los que aleatoriamente se les pidió que vieran programas normales en televisión o programas educativos y "prosociales". Básicamente, la idea era cambiar programas como los "Power Rangers" por otros como "Mister Rogers' Neighborhood", señaló Christakis.

Después de seis meses, los que habían visto la programación educativa obtuvieron una mejor puntuación en una prueba de "competencia y conducta sociales" que rellenaron sus padres.

No queda claro si esa diferencia de puntuación quedó reflejada en la vida real de los niños. No obstante, las pruebas estaban encaminadas a examinar si los niños eran cooperadores, no agresivos y si no discutían.

Christakis comentó que estos rasgos no indican que los niños sean dóciles. "Para mí, son rasgos deseables", señaló.

El gran mensaje es que el tipo de contenidos televisivos que ven los niños importa, añadió.
"Toda la televisión es educativa. Simplemente es una cuestión de qué es lo que se enseña", afirmó Christakis.

En un editorial acompañante a los estudios, que se serán publicados en la edición de marzo de la revista Pediatrics, la Dra. Claire McCarthy del Hospital Infantil de Boston y la Facultad de Medicina de la Universidad de Harvard, se hizo eco de esa idea.

Reiterando la recomendación que la Academia Americana de Pediatría (American Academy of Pediatrics) viene haciendo desde hace mucho tiempo de limitar el tiempo que los niños ven la televisión a no más de dos horas al día, "ha llegado el momento de que cambiemos nuestro enfoque", afirmó.

McCarthy explicó que "necesitamos poner el énfasis en los resultados y no en el tiempo delante de la pantalla, porque lo que importa son los resultados... Es una variante de la idea de 'si no puedes con el enemigo, únete a él'. Si las pantallas van a seguir encendidas, centrémonos en el contenido y de qué manera podemos hacer que favorezcan a los niños".

HealthDay

Via:

15 de febrero de 2013

¿Qué tipo de elogio debo darle a mi hijo?

Decirle a sus hijos pequeños que son listos quizás no sea tan inteligente.

Un estudio reciente halló que probablemente no sea útil que los padres llenen a sus hijos de comentarios con la finalidad de fomentar la autoestima. En lugar de ello, el tipo adecuado de elogios y estímulo podría ayudar a los niños a estar más abiertos al cambio y deseosos de hacer las tareas más difíciles que proveen oportunidades de aprendizaje.

La investigación sugiere que los niños pequeños cuyos padres les dicen regularmente cosas como "te esforzaste mucho en eso" en lugar de "qué maravilloso" podrían tener una ventaja incluso apenas cinco años después cuando tienen que asumir desafíos. Ese tipo de elogios de parte de los padres desde temprano puede afectar la forma en que los niños evalúan sus capacidades, señalaron los investigadores.

"Decirle a los niños que son inteligentes en lugar de alabar los pasos positivos que toman para resolver un problema mientras juegan puede hacer que cuestionen su inteligencia cuando se topen con algo que les resulte más difícil", señaló la autora del estudio Elizabeth Gunderson, profesora asistente del departamento de psicología de la Universidad de Temple, en Filadelfia.

Gunderson dijo que los padres tienden a establecer uno de dos "estilos de elogio" muy pronto, uno que se enfoca en lo que el niño hace, o uno que se enfoca en sus características personales. Entonces, mientras quizás un padre diga algo como "persististe hasta que la pieza del rompecabezas encajó", otro podría decir instintivamente "eres bueno para esas cosas".

Enfocarse en el proceso o actividad (en este caso, hallar la pieza correcta del rompecabezas) comunica que el esfuerzo y las acciones pueden llevar al éxito. Enfocarse en las características del niño parece transmitir inintencionadamente que su capacidad es inalterable, explicó.

A pesar de cualquier diferencia en el estilo natural de los padres, se les puede enseñar a suministrar elogios más orientados en el proceso, aseguró Gunderson. "Esta investigación definitivamente ha influido sobre lo que hago con mi hijo de un año", añadió.

Para el estudio, que aparece en la edición del 12 de febrero de la revista Child Development, los investigadores grabaron en video a 53 niños pequeños y a sus padres mientras interactuaban en casa durante 90 minutos. Se dijo a los padres que estaban participando en un estudio sobre el desarrollo del lenguaje en los niños, para evitar que se concentraran específicamente en lo que les decían.

Se analizaron los casos en que los padres alababan a los niños en las cintas, según enfatizaran las estrategias, el esfuerzo y la acción o las cualidades positivas del niño. Los investigadores notaron factores como la raza, la etnia y el nivel de ingresos de los padres para ayudar a asegurar que los resultados del estudio no se vieran afectados por esos datos. No evaluaron ni controlaron por el nivel de inteligencia del niño.

Entonces, cinco años más tarde, cuando los niños tenían unos 7 u 8 años, los investigadores dieron seguimiento a las mismas familias, y evaluaron si los niños parecían preferir las tareas fáciles o las desafiantes, y si se frustraban con facilidad cuando se topaban con alguna dificultad.

En las situaciones en que los padres tendían a alabar las acciones más que las características de los niños, los niños reportaron tener actitudes más positivas sobre los desafíos, tenían una mayor capacidad de encontrar formas de vencer los obstáculos, y creían que podían mejorar mediante el trabajo arduo. El estudio también halló que la cantidad total de elogios no afectaba las respuestas de los niños.

Los investigadores descubrieron una diferencia sexual relacionada con el estilo de elogio de los padres. Aunque los niños de ambos sexos recibían más o menos la misma cantidad de elogios en general, los chicos tendían a recibir más elogios por el proceso que las chicas. Cinco años más tarde, en promedio los chicos se sentían más cómodos al enfrentarse a desafíos intelectuales y eran más propensos a pensar que podían hacerse más inteligentes a través del trabajo arduo que las chicas.

Jean Twenge, profesora de psicología de la Universidad Estatal de San Diego, dijo que el estudio ayuda a hacer la distinción que los padres necesitan entre comunicar a los niños que pueden lograr algo y simplemente aumentar su autoestima. "Significa reforzarle a los niños que son capaces de hacer algo", apuntó Twenge.

Aunque Twenge dijo que cree que los investigadores realizaron un buen trabajo al controlar las variables externas, anotó que es imposible medir todo en este tipo de investigación, que se conoce como "estudio correlacional". También anotó que en cualquier momento en que los padres están siendo observados y filmados, sus acciones y comentarios quizás no reflejen lo que harían si no los observaran ni filmaran. Pero señaló que el nuevo estudio es "un buen complemento para los datos experimentales previos".

El estudio, aunque no se relaciona directamente con la autoestima, ilumina por qué dar a los niños mensajes positivos sin consideración no es efectivo, aseguró Twenge. "La autoestima en sí no lleva a cosas buenas, como unas buenas calificaciones o la prevención de la mala conducta", advirtió. "Es mejor enfocarse en la autoeficacia, o sea pensar que uno es capaz de hacer algo, y en el autocontrol. Ese tipo de elogios, que se enfoca en la acción, apunta en esa dirección".

La moraleja para los padres en realidad es bastante simple, aseguró Gunderson, autora del estudio. "Realmente se trata de fomentar una mentalidad de que el desafío y el esfuerzo son buenos, y que siempre se puede mejorar si se trabaja arduamente".

Artículo por HealthDay, traducido por Hispanicare

Via MedlinePlus

7 de febrero de 2013

¿Es malo que mi hijo se chupe el dedo pulgar?

Chuparse el dedo es un hábito que suele considerarse normal durante el primer año de vida. Es posible que al terminar el ciclo de lactancia materna el chupón o chupete pase a ser el que intente suplir ese estímulo placentero que siente el bebé y sucede lo mismo cuando deja el chupete, el dedo pulgar pasa a ser lo que lo tranquiliza finalmente.

Sin embargo es necesario que después del año se vigile la succión del dedo pulgar porque ya no estariamos hablando de un reflejo de succión sino más bien de una necesidad ante el miedo o inseguridad.

¿Por que procurar quitar este mal hábito?

Si ya tu hijo ha pasado de un año de edad y notas que los episodios de succión van en aumento es hora de ayudarlo a dejar este hábito.  De lo contrario con el tiempo alrededor de los 4 años pueden originarse problemas en el crecimiento facial y de los dientes.

Además de la deformación de los dientes y el paladar, este mal hábito si no se elimina a una cierta edad, puede llegar a convertirse en perjudicial para el desarrollo físico, emocional y social de nuestro hijo.

En el aspecto fisico no olvidemos lo de la deformidad de los dedos con hiper extensión de los mismos, la formación de callos e infecciones alrededor de las uñas.

Si este hábito no se lograr corregir a tiempo puede ser dificil de eliminar. Conozco un caso de un joven ya adulto que mantiene este mal hábito al dormir. Además de todos los problemas fisicos que ocasiona, en el aspecto psicológico y social de hecho se ve afectado, pues la sociedad lo ve como algo inaceptable.

¿Cómo darle ayuda al tiempo apropiado?

Si tu niño ya paso el año y persiste en el hábito no lo regañes, ni le quites el dedo bruscamente de la boca, tal acción aumenta la tensión. Es mejor que empiezes distrayendo su atención y darle algún juego en el que emplee las manos. Pueden ser bloques lego, rompecabezas o cualquier juego que cumpla esta función de acuerdo a su edad.

Si tu niño ya tiene suficiente edad (alrededor de los 4 ó 5 años) para comprender bien tus explicaciones, enséñale las consecuencias para sus manos y dientes si persiste con esta mala costumbre. Además de todos los germenes que puede llevarse a la boca como resultado de continuar chupándose el dedo.

Si el niño se chupa el dedo solo para dormir puede denotar cierto miedo o inseguridad. Una manera de ayudarlo es regalándole un peluchito o muñequito que le servirá de consuelo a la hora de dormir. Es posible su nuevo amiguito le de la seguridad que encontraba al chuparse el dedo pulgar.

Algunos padres han colocado tiritas especiales en el dedo pulgar con sus personajes favoritos a modo de recordatorio de lo que no debe hacer. Por supuesto si el niño no lo desea es mejor no imponérselo.

Además puedes recurrir al fluido amargo que venden en las farmacias del que se usa también para los niños que se muerden las uñas. Explícale que no es un castigo sino una manera de recordarle que no debe meterse el dedo en la boca.

Recomendaciones finales:

- No gritarle, no regañarlos, ni mucho menos castigarlos. Al contrario elógielo cuando lo veas por un buen rato sin chuparse el dedo.

- LLevarlo al dentista para una revisión de los dientes y encias. Así como también al logópeda si ves que tiene problemas de lenguaje.

- No es recomendable empezar a quitarle el mal hábito cuando tu hijo este pasando por un momento dificil o de tensión como el inicio del año escolar, el nacimiento de un hermanito, separación de los padres, etc.

- Procurar que no mire demasiada TV. si identificamos que este es el estímulo que lo lleva a chuparse el dedo.

Y sobre todo nuestra última recomendación es que con amor, paciencia y buen humor tú y tu hijo de seguro pueden vencer a cualquier mal hábito.

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