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29 de abril de 2015

Porqué debería tu hijo tener una mascota

Una mascota como perro, gato, hamster o una iguana pueden ser el mejor amigo de un niño de formas impensadas. La investigación demuestra que las mascotas pueden favorecer el bienestar emocional y físico de un niño

Es fácil comprobar que las mascotas pueden enseñar responsabilidad a los niños. Un niño de apenas tres años puede hacerse responsable de proporcionar agua a las mascotas, mientras que los niños mayores pueden asumir tareas como pasear al perro.

"Realizar tareas adecuadas para su edad al ocuparse de la mascota junto con sus padres hace que un niño se sienta más competente", según los especialistas en desarrollo infantil Nienke Endenburg y Ben Baarda.
Además de hacerlo sentir más seguro respecto de sus habilidades, tener mascotas puede desarrollar la capacidad relacional de un niño, en especial en lo que se refiere a empatía, informó el Washington Post. "El motivo es obvio: ocuparse de una mascota hace que un niño abstraído deje de estarlo."

"Escuchar el maullido de un gatito que tiene hambre o ver que un perro corre a la puerta cuando quiere salir lleva a los niños a pensar: '¿Cuáles son sus necesidades y qué puedo hacer para ayudar?'" según el Post.

Las mascotas también reducen el estrés, agregó el Post. Investigadores del Instituto Nacional de la Aflicción Infantil estudiaron el juego de niños con animales terapéuticos. Cuando los niños acariciaban a los perros, su distensión era visible y también disminuía su presión sanguínea. Lo interesante es que también la presión sanguínea de los perros se reducía durante esas interacciones.

Los bebés que interactúan con mascotas, sobre todo con perros, se ven expuestos a bacterias beneficiosas que reducen las probabilidades de que desarrollen alergias, indicó el Dallas Morning News. Investigadores de la Universidad de California en San Francisco analizaron las bacterias intestinales de los bebés en cuyas casas había perros o no los había.

"En el caso de los bebés que no tenían mascotas, (el crecimiento de) la flora bacteriana intestinal estaba relacionado con el desarrollo de alergias a los dos años de edad, pero eso cambiaba en el caso de la flora intestinal de los niños que tenían perros", según la Dra. Susan Lynch.

Los niños autistas se benefician de la interacción con mascotas, según un estudio de investigadores de la Universidad de Missouri. El estudio se concentró en la comunicación, cooperación, responsabilidad, empatía, participación, autocontrol y seguridad de niños autistas de entre ocho y dieciocho años.

Los investigadores concluyeron que "las habilidades sociales de los niños autistas –sobre todo en lo relativo a seguridad- aumentaban con el tiempo cuando había una compañía animal, mientras que los problemas de conducta disminuían", según un informe del Mohave Valley Daily News.


Artículo de Marsha Maxwell
Vanguardia

7 de agosto de 2014

La depresión en niños pequeños

La depresión puede presentarse en cualquier edad, incluso en los niños en edad preescolar, informan unos investigadores. Y si se presenta, lo más probable es que el trastorno aparezca recurrentemente durante toda la infancia, Afirma un estudio reciente.

Este estudio descubrió que los niños en edad preescolar que están deprimidos tienen dos veces y media más probabilidades de presentar los síntomas en la escuela primaria y secundaria, afirmó un equipo de investigación de la Universidad de Washington, en St. Louis.

Sin embargo, detectar la depresión de los niños de forma temprana podría hacer que el tratamiento fuera más efectivo, añadieron.
"Se trata de las mismas malas noticias sobre la depresión; es un trastorno crónico y recurrente", afirmó en un comunicado de prensa de la universidad la Dra. Joan Luby, psiquiatra infantil que dirige el Programa de Desarrollo Emocional Temprano de la universidad. 

"Pero la buena noticia es que si detectamos la depresión pronto, quizá tenemos una oportunidad de tratarla de forma más efectiva", dijo Luby. Eso podría "cambiar potencialmente la trayectoria de la enfermedad, de tal modo que sea menos probable que sea crónica y recurrente", añadió.

El estudio, publicado recientemente en la revista American Journal of Psychiatry, contó con 246 niños en edad preescolar, de 3 a 5 años de edad. El equipo de Luby evaluó si los niños tenían depresión y otras afecciones psiquiátricas a lo largo del tiempo. 

Los niños y sus cuidadores participaron en seis evaluaciones anuales y en cuatro evaluaciones semestrales. Específicamente, se preguntó a los cuidadores sobre la tristeza, la irritabilidad, el sentimiento de culpa, el sueño y el apetito de los niños, además de si disfrutaban poco de las actividades o del tiempo de juego.

Los investigadores también evaluaron las interacciones entre los cuidadores y sus hijos a través de un espejo polarizado. Esto se hizo para determinar si parte de la razón por la que los niños tenían síntomas continuos de depresión era porque no recibían el apoyo de sus padres.

Cuando empezó el estudio, se diagnosticó depresión a 74 de los niños. Seis años después, 79 de los niños cumplían los criterios de depresión clínica, incluyendo aproximadamente la mitad de los 74 niños a los que se había diagnosticado depresión cuando empezó el estudio. 

Por otra parte, solo el 24 por ciento de los 172 niños que no estaban deprimidos como preescolares sufrieron una depresión más adelante.
Entre los niños en riesgo alto de depresión estaban los pequeños en edad preescolar cuyas madres habían sufrido una depresión, reveló el estudio.
El hecho de que se diagnosticara un trastorno de conducta en la edad preescolar también aumentó el riesgo de un niño de tener depresión más tarde en la escuela primaria o intermedia. Pero este riesgo se redujo si los niños contaban con mucho apoyo por parte de sus madres, indicaron los investigadores.

En general, el riesgo más alto de tener depresión más adelante fue el de los niños a los que se había diagnosticado la afección en la edad preescolar, informó el grupo de Luby.

"La depresión en la edad preescolar sirvió para predecir la depresión en edad escolar por encima de cualquier otro de los factores de riesgo bien establecidos", dijo Luby. "Esos niños parecen estar en una trayectoria de la depresión que es independiente de otras variables psicosociales".

A los niños en edad preescolar de hasta 3 años de edad se les debería evaluar la depresión, creen los investigadores. Sin embargo, implementar dichas evaluaciones de depresión es más fácil de decir que de hacer, porque no hay tratamientos efectivos para los niños pequeños, indicaron.

"La razón por la que todavía no se ha vuelto una gran llamada a la acción es porque aún no tenemos ningún tratamiento probado y efectivo para los niños en edad preescolar", explicó Luby. "Los pediatras normalmente no quieren evaluar una afección si no pueden referir a los pacientes a alguien que pueda ayudar".

Artículo por HealthDay, traducido por Hispanicare

Via
MedlinePlus

28 de enero de 2014

¿Qué es la amnesia infantil?


¿Qué es y cuando empieza la amnesia infantil?


Científicos de EE-UU han conseguido la primera demostración empírica de la aparición de la “amnesia infantil”, que es el proceso por el cual el ser humano borra los recuerdos de su más tierna infancia: de eventos acaecidos antes de cumplir los tres años. Este fenómeno de “olvido” se produce a partir de los siete años.


Los bebés utilizan sus recuerdos para aprender nueva información, pocos adultos pueden recordar eventos de su vida que ocurrieran antes de la edad de tres años. 

Psicólogos de la Universidad de Emory (Atlanta, EE.UU.) han documentado ahora que los siete años es cuando estos primeros recuerdos tienden a desvanecerse en el olvido, un fenómeno conocido como "amnesia infantil". 

La investigación incluyó entrevistas a niños acerca de acontecimientos pasados ​​de su vida, a partir de los tres años. A diferentes subgrupos de estos niños se les consultó posteriormente si recordaban estos eventos a las edades de cinco, seis, siete, ocho y nueve años. 

"Nuestro estudio es la primera demostración empírica de la aparición de la amnesia infantil", afirma la psicóloga de Emory Patricia Bauer, que dirigió el estudio, en la información de la universidad. "De hecho, grabamos la memoria de los niños, y luego los seguimos hacia el futuro, para hacer un seguimiento sobre cuándo se olvidaron de esos recuerdos." 

Estudiar la memoria autobiográfica 

El Laboratorio Bauer de Desarrollo de la Memoria se centra en cómo la memoria autobiográfica, o episódica, cambia a través de la infancia y la edad adulta temprana. 

Los científicos saben desde hace mucho tiempo, basándose en entrevistas con adultos, que los primeros recuerdos de la mayoría de la gente sólo se remontan a alrededor de los 3 años de edad. 

Sigmund Freud acuñó el término "amnesia infantil" para describir esta pérdida de la memoria de los años infantiles. Utilizando su teoría psicoanalítica, Freud hizo la polémica propuesta de que la gente estaba reprimiendo sus memorias más tempranas debido a su naturaleza sexual inapropiada. 

En los últimos años, sin embargo, hay cada vez más pruebas de que, mientras que los bebés utilizan la memoria para aprender la lengua y dar sentido al mundo que les rodea, no tienen todavía la sofisticada arquitectura neuronal necesaria para formar y retener formas más complejas de memoria. 

En lugar de basarse en entrevistas con adultos, como habían hecho los estudios anteriores sobre amnesia infantil, los investigadores de Emory querían documentar la formación de la memoria autobiográfica temprana, así como la edad a la que se olvidan estos recuerdos. 

Características del estudio 

El experimento se inició grabando a 83 niños a la edad de tres años, mientras sus madres o padres les preguntaban acerca de seis acontecimientos que los niños habían experimentado en los últimos meses, como un viaje al zoológico o una fiesta de cumpleaños. "Les pedimos a los padres hablar como lo harían normalmente con sus hijos", explica Bauer. 

Ella da un ejemplo hipotético: "La madre preguntaría: "¿Recuerdas cuando fuimos al restaurante para tu fiesta de cumpleaños ? Podría añadir: "Tomaste pizza, ¿verdad?" 

El niño puede comenzar a relatar los detalles de la experiencia en el restaurante o desviar la conversación diciendo algo como, "¡Zoo!" Algunas madres pueden seguir preguntando acerca de la pizza, mientras que otra madre podría decir: "Bueno, fuimos al zoológico, también. Háblame de eso." 

Los padres que se dejaban guiar por el niño en estas conversaciones tendían a suscitar recuerdos más ricos de sus hijos de tres años, apunta Bauer. "Este enfoque también está relacionado con los niños que tienen una mejor memoria del evento a una edad más tardía." 

Después de grabar estos recuerdos básicos, los investigadores hicieron un seguimiento a los niños años después, pidiéndoles que recordaran los acontecimientos que habían relatado a los tres años. Los niños fueron divididos en cinco grupos diferentes , y cada grupo de niños regresó sólo una vez para participar en el experimento, entre las edades de cinco a nueve. 

Resultados 

Mientras que los niños entre las edades de cinco y siete podían recordar entre el 63 y el 72 por ciento de los eventos, los niños que tenían entre ocho y nueve años recordaban sólo alrededor del 35 por ciento. 

"Un hallazgo sorprendente fue que, a pesar de que los de cinco y seis años recordaban un mayor porcentaje de acontecimientos, sus narraciones de estos eventos eran menos completas", destaca Bauer, mientras que "los niños mayores recordaban menos eventos, pero los que recordaban tenía más detalles." 

Algunas de las razones para esta diferencia pueden ser que los recuerdos que se mantienen durante más tiempo pueden tener detalles más ricos asociados con ellos y su cada vez mayor conocimiento del idiomas permite al niño mayor elaborar mejor la memoria, consolidándola aún más en su mente", señala la investigadora. 

Los niños pequeños tienden a olvidar los acontecimientos con mayor rapidez que los adultos porque carecen de los potentes procesos neuronales necesarios para reunir todas las piezas de información que incluye una memoria autobiográfica compleja", explica. 

"Uno tiene que aprender a usar un calendario y comprender los días de la semana y las estaciones del año. Debe saber codificar la información sobre la ubicación física del evento. Y necesita el desarrollo de un sentido del yo, la comprensión de que su perspectiva es diferente de la de otra persona." 

Un colador 

Ella usa una analogía con drenar la pasta en un colador para explicar la diferencia entre los recuerdos de la primera infancia y los de la edad adulta. " Los recuerdos son como orzo; , explica, refiriéndose al tipo de pasta que tiene forma de arroz. 

"Son pequeños trozos y piezas de codificación neural." Los cerebros de los niños pequeños son como coladores con agujeros grandes que tratan de retener estos pequeños pedazos de memoria. "Aunque el agua se filtra por ellos, también lo hacen muchos de los granos de orzo. Los adultos, en cambio, utilizan una fina red en lugar de un colador." 

Ahora que Bauer ha documentado la aparición de la amnesia infantil, espera afinar la edad en que las personas adquieren un sistema de memoria adulto, que ella cree que está entre los nueve años y los años de la universidad. "Nos gustaría saber más acerca de cuándo cambiamos nuestros coladores por una red. El periodo entre los 9 y los 18 años es en gran medida una tierra de nadie de nuestro conocimiento sobre cómo se forma la memoria."


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tendencias21

17 de diciembre de 2012

Ayuda a tu hijo a superar un evento traumático

Nadie esta libre de ser testigo de eventos que pueden causarnos traumas de todo tipo. Recientemente acabamos de escuchar terribles y escalofriantes noticias de masacres en las que las principales víctimas fueron niños. Situación que solo de escucharlas y verlas por TV. nos dejan perplejos y consternados. Lamentablemente quienes viven de cerca estos tipos de eventos son niños y muchos quedan marcados por muchos años e incluso de por vida cuando no han recibido la ayuda que necesitan.
La información de este post puede servir de guia a los padres cuyos niños han sido testigos o victimas de eventos traumáticos como por ejemplo, la muerte de un miembro de la familia, la muerte de una mascota, terrorismo o un ataque criminal, desastre natural, lesión fisica o enfermedad y hasta el divorcio de los padres.
Las respuestas de los niños ante los traumas pueden ser muy diferentes. Es posible que algunos reaccionen muy pronto; otros pueden estar bien durante semanas o meses y luego comenzar a mostrar comportamiento preocupante. El conocer los indicios que son comunes a diferentes edades puede ayudar a padres y maestros a reconocer problemas y a responder de manera apropiada.
En la edad preescolar

Para un niño entre 1 y 5 años, es particularmente difícil adaptarse al cambio y a la pérdida. Estos pequeños todavía no han desarrollado sus habilidades para afrontar problemas, por lo que dependen de padres, familiares y maestros para ayudarlos a atravesar momentos difíciles.

Los niños muy pequeños pueden sufrir una regresión a una conducta anterior después de un evento violento o traumático. Los niños en edad preescolar pueden volver a chuparse el dedo o a orinarse en la cama, o sentir nuevamente miedo a los extraños, los animales, la oscuridad o los “monstruos”. Es posible que se aferren a un padre o maestro, o que experimenten apego por un lugar donde se sientan seguros.

Los cambios en los hábitos alimenticios y de sueño también son comunes, al igual que los dolores y las molestias inexplicables. Otros síntomas a los que se debe prestar atención son la desobediencia, la hiperactividad, las dificultades del habla y el comportamiento agresivo o retraído. Es posible que los niños en edad preescolar cuenten historias exageradas sobre el evento traumático o lo mencionen con frecuencia.

En la primera infancia

Es posible que los niños entre 5 y 11 años experimenten algunas de las mismas reacciones que los niños más pequeños. También se pueden retraer de los grupos de juegos y de los amigos, competir más por la atención de los padres, temer ir a la escuela, dejar que su desempeño escolar baje, tornarse agresivos o tener dificultad para concentrarse. Es posible que estos niños también sufran una regresión a comportamientos más infantiles, como pedir que se les dé de comer o se les vista.

En la adolescencia

Es probable que los niños y jóvenes entre 12 y 14 años tengan malestares físicos vagos cuando están bajo estrés, y es posible que abandonen sus tareas rutinarias, su trabajo escolar u otras responsabilidades que antes asumían. Aunque pueden competir enérgicamente para lograr la atención de padres y maestros, también es posible que se retraigan, demuestren resistencia a la autoridad, exhiban un comportamiento destructivo en el hogar o en el salón de clases, o comiencen a experimentar con situaciones de alto riesgo, como el consumo de alcohol o drogas.


Los eventos traumáticos, como los tiroteos, los bombardeos y otros actos de violencia, pueden hacer que los niños se sientan atemorizados, confundidos e inseguros.

Ya sea que un niño haya experimentado un evento traumático de forma personal, haya visto el evento en televisión o simplemente haya oído una conversación sobre este entre adultos, es importante que los padres y educadores estén informados y preparados para ayudar a los niños que comiencen a exhibir reacciones producidas por el estrés postraumático.
Estos jóvenes están en una fase de desarrollo en la cual las opiniones de otros son muy importantes. Necesitan que sus amigos los consideren “normales” y están menos interesados en relacionarse con adultos o en participar de actividades familiares de las que alguna vez disfrutaron.
A finales de la adolescencia, los jóvenes pueden experimentar sentimientos de impotencia y culpa dado que no son capaces de asumir todas las responsabilidades de la adultez a medida que la comunidad responde ante el evento traumático. Es probable que los adolescentes mayores nieguen la magnitud de sus reacciones ante el evento traumático.

Cómo ayudarlos

La devolución de la confianza es fundamental para ayudar a tu hijo a superar un momento traumático. Los niños muy pequeños necesitan muchos mimos, así como apoyo verbal. Responda las preguntas sobre el evento con honestidad, pero sin ahondar en detalles atemorizantes ni permitir que el niño ocupe el tiempo en el hogar o en el salón de clases de forma indefinida.
Estimular a los niños de todas las edades a expresar sus emociones mediante la conversación, la escritura o las tareas artísticas, y aliéntalos para que descubran maneras de ayudar a quienes se vieron afectados por eventos traumáticos.

Intenta mantener una rutina habitual en el hogar o en el salón de clases, y fomente la participación de los niños en actividades recreativas. Reduzca temporalmente sus expectativas sobre el desempeño en la escuela y en el hogar, tal vez sustituyendo los quehaceres normales por responsabilidades menos exigentes.
Reconoce que tú también puede tener reacciones producto del evento traumático, y toma las medidas necesarias para mejorar tu salud física y emocional.

Consejos para hablarles a los niños y a los jóvenes que sufren un evento traumático

• Proporciona a los niños y jóvenes oportunidades para hablar de lo que ven en televisión y de hacer preguntas.

• No tengas miedo de admitir que no puedes contestar todas sus preguntas.

• Contesta preguntas a un nivel que puedan entender.

• Proporciona oportunidades reiteradas para hablar. Es probable que tengan más preguntas a medida que el tiempo pasa.

• Aprovecha la oportunidad para definir un plan de emergencia familiar. Sentir que cada uno puede hacer algo para ayudar puede resultar muy reconfortante para niños y adultos por igual.

• Permite que los niños expresen otros temores e inquietudes sobre temas no relacionados con el evento en particular. Esta es una buena oportunidad de explorar también estos temas.

• Controla lo que los niños ven en televisión. Es recomendable que algunos padres limiten la exposición de los niños a escenas explícitas o perturbadoras. En la medida de lo posible, los adultos deben estar presentes cuando los niños vean la cobertura de noticias sobre el evento. Es en estos momentos cuando pueden surgir las preguntas.
 
• Ayuda a tu hijo a comprender que ninguna emoción es mala y que es normal experimentar una gran variedad de reacciones. Alientalo a expresar sus emociones a otros adultos (como los maestros), ya que pueden ayudarlos a comprender emociones fuertes y perturbadoras.

• Evita responsabilizar indebidamente a un grupo cultural o étnico en particular, y no formule generalizaciones sobre dichos grupos. No busques culpables.

• Además de las tragedias, ayuda a tu niño a identificar cuestiones positivas, como actos heroicos, familias que se unen y brindan sostén, y la ayuda que ofrecen las personas en la comunidad.

Cuando hablar no es suficiente

Es posible que algunos niños necesiten intervenciones más drásticas, en especial si se ven afectados por el evento traumático de forma más directa.

• La familia puede solicitar terapia familiar. Los eventos traumáticos suelen volver a despertar el miedo a las pérdidas de los padres (con frecuencia, uno de los temores principales de un niño) en un momento en que los padres pueden verse abrumados por sus propias dificultades emocionales y de la vida real.

• Las familias pueden decidir permitir un comportamiento regresivo por un tiempo. Varias opciones pueden ayudar a los niños a separarse gradualmente después del tiempo límite acordado: pasar tiempo adicional con los padres inmediatamente antes de la hora de acostarse, dejar la puerta del dormitorio del niño entreabierta y usar una luz nocturna.

• Muchos padres experimentan temores propios cuando deben dejar solo a su hijo después de un evento traumático, o sufren otros miedos que no son capaces de reconocer. A menudo los padres están en mejor capacidad de buscar ayuda en nombre de sus hijos y pueden, de hecho, usar los problemas de sus hijos como una manera de pedir ayuda para sí mismos y para otros familiares.

• Los maestros también pueden ayudar a los niños mediante actividades artísticas y juegos, y alentando los debates grupales en el salón de clases y las presentaciones con información sobre el evento traumático.

Fuente:
U.S. DEPARTMENT OF HEALTH AND HUMAN SERVICES Substance Abuse and Mental Health Services AdministrationCenter for Mental Health Services www.samhsa.gov

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