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29 de agosto de 2013

Confirman que en el vientre tu bebé sí te escucha

Si estas embarazada esta noticia puede resultarte muy interesante. Un estudio halló que la exposición repetida a una 'pseudopalabra' durante las etapas finales del embarazo llevó a que los cerebros de los bebés reaccionaran ante ella. 

Si creias que debes hablarle al feto en el útero, un nuevo estudio sugiere que tienes mucha razón. La investigación halla que los bebés desarrollan una memoria de las palabras que escuchan con frecuencia antes de nacer.
"Creemos que esto muestra lo bien que el cerebro se adapta a los sonidos a esa edad. Es una señal de un aprendizaje muy precoz del lenguaje, o de una adaptación a los sonidos que escuchan", apuntó la coautora del estudio, Minna Huotilainen, profesora del Centro Finlandés de Excelencia en la Investigación Musical Interdisciplinaria de la Universidad de Helsinki. "Un bebé recién nacido no es un lienzo vacío, sino que ya ha aprendido cómo su madre y otros familiares hablan".

Quizás parezca increíble que los bebés puedan recordar sonidos que escucharon en el útero, sobre todo si se considera que sus cerebros aún están desarrollando las conexiones que les permiten procesar cualquier tipo de cosa. Aún así, hay señales de que los fetos en realidad recuerdan los sonidos con los que se encuentran.
"Ya hay cierta evidencia de que los fetos pueden aprender, y de que los bebés pueden recordar canciones o fragmentos de habla del periodo fetal", apuntó Huotilainen.
Los investigadores evaluaron la memoria de fetos finlandeses exponiéndolos a una sola palabra ("tatata"), que no significa nada en finlandés.

"Se conoce como una 'pseudopalabra' que es importante para la investigación. Tiene tres sílabas, y elegimos una palabra tan larga para que a los pequeños cerebros les resultara difícil hallar los cambios y para darles algo difícil que aprender", apuntó Huotilainen. "Esa palabra podría existir en finlandés. Sigue todas las reglas del finlandés".

Desde la semana 29 del embarazo hasta el nacimiento, más o menos la mitad de 33 mujeres embarazadas en el estudio escucharon grabaciones de la palabra repetida cientos de veces. A veces, las grabaciones presentaban la palabra con una sílaba distinta en el medio ("to"), o pronunciada de forma distinta.
Después del nacimiento, los investigadores usaron escáneres para evaluar la actividad de los cerebros de todos los bebés cuando escuchaban la palabra. Los que la habían escuchado antes "mostraban una mayor reacción a esta palabra específica", apuntó Huotilainen. "Podían procesar la palabra mejor, y también podían detectar mejor los cambios en la palabra".

Huotilainen señaló que parece que el tipo de aprendizaje revelado en el estudio probablemente sucede a finales del embarazo, aunque esto no ha sido estudiado. Los bebés comienzan a escuchar más o menos a mitad del embarazo, comentó.

Patricia Kuhl, investigadora del habla y directora del Centro de Ciencias del Aprendizaje NSF de la Universidad de Washington, alabó el estudio. "El hecho de que el aprendizaje de los sonidos presentados con frecuencia ocurre mientras los bebés siguen en el útero significa que el aprendizaje del lenguaje no sucede en el primer día tras el nacimiento, sino mientras el bebé escucha los sonidos en el útero. En realidad es bastante sorprendente que el cerebro fetal tenga esa capacidad".

¿Qué pueden hacer los padres con esta información?
"Tenga en cuenta que el feto puede escuchar cosas del mundo exterior, y aprender de ellas", apuntó Huotilainen, coautora del estudio. "Hable durante el embarazo. Puede hablar con otras personas, o si lo desea, con el feto".
El estudio aparece en la edición de esta semana de la revista Proceedings of the National Academy of Sciences.

Artículo por HealthDay, traducido por Hispanicare
Via MedlinePlus

19 de agosto de 2013

Refrescos podrian aumentar la agresividad en la Infancia

Los niños de cinco años que beben refrescos todos los días podrían tener más problemas conductuales que los niños con dietas que no incluyen a los refrescos, sugiere un nuevo estudio de los niños de EE. UU. 
 
Tras observar a casi 3,000 familias urbanas, los investigadores hallaron que las puntuaciones de los niños de cinco años en una medida estándar de agresividad tendían a aumentar junto con su consumo de refrescos. Y los niños de kínder que bebían cuatro o más porciones al día eran particularmente agresivos, según los informes de sus madres. Tenían alrededor del doble de probabilidades que otros niños de pelear o de destruir propiedad, informan los investigadores en la edición del 16 de agosto de la revista Journal of Pediatrics. Y también presentaban más problemas de atención que los niños que no bebían refrescos.

Los expertos enfatizaron rápidamente que nada de esto prueba que los refrescos en sí tengan la culpa. "Se trata de una correlación. No afirmamos que los refrescos provoquen agresividad", apuntó la investigadora líder, Shakira Suglia, profesora asistente de epidemiología en la Facultad de Salud Pública Mailman de la Universidad de Columbia, en la ciudad de Nueva York.
Pero, añadió Suglia, ya hay motivos para evitar que los niños beban refrescos ricos en azúcar y con cafeína. "Los refrescos no tienen ningún valor nutricional para los niños", advirtió.

Una psicóloga infantil que no participó en la investigación se mostró de acuerdo.

Es "imposible aclarar" el efecto de una parte de la dieta de un niño sobre la agresividad, apuntó Rahil Briggs, directora de servicios pediátricos de salud conductual del Hospital Pediátrico Montefiore, en la ciudad de Nueva York.
"Aún así, la Academia Americana de Pediatría (American Academy of Pediatrics) ha planteado repetidamente la eliminación de los refrescos de las dietas de los niños [y] de las escuelas", añadió Briggs. "No limitar su ingesta, sino eliminarla totalmente". La academia es un destacado grupo de pediatras estadounidenses.

Briggs anotó que ese consejo se basa en evidencias que vinculan el consumo de refrescos en los niños con unos mayores riesgos de obesidad, caries y, posiblemente, problemas conductuales.

Algunas investigaciones anteriores han vinculado la ingesta de refrescos con una conducta agresiva en los niños mayores, apuntó Suglia. El nuevo estudio amplía esos hallazgos a los niños más pequeños.

Los resultados se basan en 2,929 parejas de madres e hijos en 20 ciudades de EE. UU., muchas de las cuales procedían de hogares de madres solteras con unos ingresos bajos. Las madres reportaron que a los cinco años de edad el 43 por ciento de los niños bebían refrescos por lo menos una vez al día, mientras que el 4 por ciento consumían cuatro o más al día.

En general, las puntuaciones de los niños en la escala de agresividad aumentaron junto con su ingesta de refrescos, halló el equipo de Suglia. Esas puntuaciones se basaron en las respuestas de las madres a un cuestionario estándar, que preguntaba con qué frecuencia los niños participaban en pleitos, destruían propiedad o se portaban mal de otra forma.
"Intentamos tomar en cuenta otras cosas que podrían afectar tanto la ingesta de refrescos como la conducta agresiva de los niños", apuntó Suglia.
Esto incluyó los niveles educativos de las madres, cualquier informe de abuso doméstico y con qué frecuencia los niños veían televisión y comían dulces. Al final, un consumo alto de refrescos (cuatro o más al día) siguió vinculándose con un mayor riesgo de conducta agresiva.

Sin embargo, los investigadores no pudieron tomar en cuenta todo lo que podría explicar el vínculo. "Todavía cabe la posibilidad de que alguna otra cosa sea la causa", dijo Suglia.

Tampoco está claro cómo beber refrescos afectaría directamente a la conducta de los niños pequeños. Suglia señaló que, en teoría, la cafeína o el azúcar podrían tener un rol, aunque los estudios científicos han puesto en duda la idea común de que el azúcar hace que los niños se vuelvan hiperactivos o agresivos.
"Una de las limitaciones de nuestro estudio es que no sabemos qué tipos de refrescos bebían los niños", apuntó Suglia. "No sabemos si eran regulares, de dieta o sin cafeína".
Pero a pesar de todas las preguntas, tanto Suglia como Briggs dijeron que los padres harían bien en desterrar las bebidas azucaradas.

El agua es una forma sin calorías para hidratarse, y la leche proporciona a los niños los nutrientes necesarios, como proteínas, el calcio y la vitamina D. Suglia anotó que se debe evitar incluso el jugo de fruta, si tiene azúcar añadido.
"Independientemente de que la investigación revele o no que este vínculo entre los refrescos y la agresividad es real, hay muchos efectos negativos bien documentados del consumo de refrescos en la niñez", advirtió Briggs.
"¿Por qué arriesgarse?", añadió.
 
Via
Foto:
www.revistacarrusel.cl 
  

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